¿Qué es eso de la "nomofobia"?

La primera vez que escuché este concepto dije "no puede ser que se trate del miedo a los gnomos". Y, efectivamente, así es, no se trata de ese miedo sino de otro que probablemente tenga consecuencias mucho más graves. Según Gómez (2015), "se trata de una patología que consiste en sufrir ansiedad o miedo al olvidar el móvil en casa y creer estar incomunicado". ¿Alguna vez has sentido esa sensación? Si es así, ya sabes lo que es experimentar la nomofobia.



Ahora bien, cabe decir que la utilización en sí de estos aparatos electrónicos no significa que una persona se vaya a convertir en una adicta, sino que cuando se realice un uso inadecuado y abusivo y se necesite estar pendiente de él las 24h del día, entonces sí hablaremos de dependencia, y, como consecuencia, adicción. Pero, como muchos autores afirman, no se trata de una adicción al móvil, sino adicción al uso que hacemos del mismo. Es decir, podemos convertirnos en adictos a las redes sociales, por ejemplo, si hacemos un uso desmesurado de ellas. 


Así pues, pongo el ejemplo de las redes sociales porque, actualmente, nuestro modo de relacionarnos con los demás ha cambiado. Hemos dejado de quedar con nuestra familia y amigos porque mediante las redes sociales u otras aplicaciones de comunicación, la distancia a la que nos encontrábamos de éstos se ha disminuido considerablemente. Ahora con tan solo un "clic" podemos contarles lo que nos ha pasado, qué estamos haciendo, cómo nos sentimos, etc. 


Sin embargo, esta adicción de la que estamos hablando se está convirtiendo en una problemática bastante común, sobre todo, entre los adolescentes, quienes ya han nacido en una era tecnológica y son todos unos especialistas en su uso. Además, este grupo de personas se encuentra en pleno proceso de socialización, en el cual es necesario el desarrollo de las habilidades sociales, puesto que son el mecanismo básico para relacionarse con los demás. Por este motivo, si los jóvenes limitan la comunicación con los otros a los dispositivos móviles, es lógico que observemos una disminución considerable de las mismas. Pues, dentro de la comunicación no solo entran en juego las palabras que empleamos para transmitir un mensaje, sino también los gestos y las miradas. De este modo, si un individuo se acostumbra a comunicarse a través de una pantalla donde no ve al otro, posteriormente, sufrirá dificultades para interpretar las emociones de los demás. 

En consecuencia, esta pérdida de habilidades sociales se verá repercutida en otros contextos en los que se desenvuelva el sujeto (familiar, social, escolar, etc.), dado que éste deberá de utilizar sus recursos para poder hacer frente, sobretodo, a las situaciones complicadas que
presenta la vida. Por este motivo, al carecer de herramientas adaptativas puede que experimente una sensación frustrante, lo que dé lugar a un aislamiento social más significativo. Pues, se refugiará en las redes y el Internet para suplir estas dificultades. Ahora bien, esto no significa que desde estas plataformas no vaya a tener conflictos con otras personas, pero, gracias a la posibilidad de contestar cuando quiera, podrá retrasar el momento de su respuesta o buscar.

Por tanto, es muy importante que desde las escuelas empecemos a prevenir esta situación desde que el alumnado es pequeño, enseñándoles a utilizar los dispositivos electrónicos de una manera saludable.


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